Tyler Vlahovich

The Cares of a Family Man

21/11/20 - 30/01/21

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El tema del trabajo de Tyler Vlahovich bien podría ser nada. Ya que cuando describe una pintura, a menudo habla de su esperanza o intención de pintar nada (en lo que, por lo general, inevitablemente falla). Si bien tal ambición puede parecer acertadamente Beckettiana, 

es más un "nada" en el espíritu de la escultura de Vincent Fecteau, en el sentido en que busca evitar cualquier tipo de representación sostenible. O tal vez, sea algo parecido al equivalente bidimensional de Odradek de Kafka, la criatura/objeto notoriamente indescriptible del escritor que casi podría ser una alegoría del arte, viz., Kafka describe a Odradek como “ muy movedizo y no se deja atrapar.” Pero Kafka no escribió alegorías como tampoco las pinta Vlahovich. Sus ambiciones estaban en otra parte. Uno tiene la sensación de que está tratando de formular públicamente una pregunta muy privada a la que sus pinturas se convierten en respuestas provisionales. O tal vez son desafíos espontáneos para él mismo y la pintura en general. O finalmente, simplemente acertijos al revés.

Sus imágenes aparentemente incursionan en los orígenes de la abstracción europea y el modernismo estadounidense de la posguerra, pero cualquier parecido con Kazimir Malevich, Odilon Redon o el expresionismo abstracto es superficial o incidental.No se trata de eso. La obra de Vlahovich carece afortunadamente de cualquier motivación para transmitir lo espiritual o lo psicológico, por no mencionar la voluntad de encarnar heroicamente su zeitgeist. Con su inclinación no-noble por pintar sobre cualquier cosa, desde cartón usado hasta trozos y paneles de madera, así como lienzos, también está lejos de ser heroico; en todo caso, es mucho más del orden del nerd, gracias a su devoción casi solipsista por la pintura. Su trabajo definitivamente no está deformado por ninguna creencia en el genio del gesto artístico, que en el repertorio de Vlahovich es más un golpe, un embadurnamiento o una puñalada.

Tyler Vlahovich pinta meditaciones rápidas aparentemente casuales, pero ricamente sofisticadas sobre la forma, la composición, la marcación y el color, que buscan retratar si bien no nada", al menos los contornos pictóricos del pensamiento de manera plástica y múltiple. Es por estas razones que su práctica global, aunque obviamente animada por una singular sensibilidad, no se cohesiona inmediatamente en un solo estilo identificable. Por eso también su obra tiene una relación tan extraña e impredecible con la belleza (¡tanto verde y amarillo!). Mucho más un subproducto de otras preocupaciones que una motivación principal, sus pinturas son hermosas. Los eventos pictóricos vívidos, variados, excéntricos, lúdicos e impresionantes contienen sorpresa, perplejidad y deleite, mientras que sus superficies de textura sutil, que a menudo se deben a una especie de técnica encáustica, tienen una forma de seducir tanto el cuerpo como la vista. Son parte y cuerpo de un tipo de pintura idiosincrásica que es cada vez más difícil de explicar y que incluso puede resultar inadmisible. De hecho, en el mundo del arte actual, cuando tanto arte está obligado a tener perfecto sentido, nada de lo que hace Vlahovich lo hace, si es que alguna vez lo hizo. Y es precisamente por eso que resulta refrescante, absolutamente por eso.

Tyler Vlahovich (n. 1967 Tacoma, WA) es un pintor que vive y trabaja en Los Ángeles. Expositor habitual en Feature Inc., Nueva York desde 2003 hasta su cierre en 2014, Vlahovich también ha tenido solos, más recientemente, en Feuilleton, Los Ángeles (2020); Farbvision, Berlín (2018); Window Project, Richard Telles Fine Art, Los Ángeles (2017); Galería Twig, Bruselas (2011); Galería John Tevis, París (2006); Galería Mary Goldman (2003).

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The subject matter of Tyler Vlahovich’s work could very well be nothing. After all when describing a given painting, he often speaks of his hope or intention to paint it– nothing (which he usually, inevitably fails at). While such an ambition might seem aptly Beckettian, it is a ‘nothing’ more in the spirit of Vincent Fecteau’s sculpture, in that he seeks to eschew any kind of sustainable representation. Or maybe it’s something along the lines of the two-dimensional equivalent of Kafka’s Odradek, the writer’s notoriously indescribable creature/object which could almost be an allegory of art, viz., Kafka’s description of Odradek as being “extraordinarily nimble and (…) never [able to] be laid hold of.” But Kafka did not write allegories just as Vlahovich does not paint them. His ambitions lay elsewhere. One gets the feeling that he’s trying to publicly formulate a very private question to which his paintings become provisional answers. Or maybe they are spur of the moment challenges to himself, and painting in general. Or finally, just riddles in reverse. 

His imagery ostensibly dabbles with the origins of European abstraction and post war American modernism, but any resemblance to say, Kazimir Malevich, Odilon Redon or abstract expressionism is superficial or incidental. It is not about that. Vlahovich’s work is blessedly devoid of any motivation to transmit the spiritual or the psychological, not to mention any will to heroically embody its zeitgeist. What with his non-noble penchant to paint on anything from used cardboard to pieces and panels of wood, as well as canvas, it is also far from heroic; if anything, it is much more of the order of the nerd, thanks to his all but solipsistic devotion to painting. His work is definitely not warped by any belief in the genius of the artistic gesture– which in Vlahovich’s repertoire is more of a poke, daub or a stab. 

Tyler Vlahovich paints seemingly casual, but richly sophisticated rapid meditations on form, composition, mark-making, and color, which seek to portray if not ‘nothing,' then at the very least the painterly contours of thinking plastically and multifariously. It is for these reasons that his global practice, although obviously animated by a singular sensibility, does not immediately cohere into a single identifiable style. This is also why his work has such a strange and unpredictable relationship with beauty (so much green and yellow!). Much more a byproduct of other concerns than a primary motivation, his paintings are nevertheless beautiful. The vivid, variously offbeat, playful and breathtaking pictorial events they contain surprise, perplex and delight, while their subtly textured surfaces, which are often due to a kind of encaustic technique, have a way of seducing the body as much as the eye. They are part and parcel of an idiosyncratic kind of painting that is increasingly hard to account for, and may even be inadmissible. Indeed, in today’s art world, when so much art is obliged to make perfect sense, none of what Vlahovich makes does, if it ever did. And this is precisely why it refreshes, absolutely.  

Tyler Vlahovich (b. 1967 Tacoma, WA) is a painter who lives and works in Los Angeles. A regular exhibitor at Feature Inc., New York from 2003 until its closure in 2014, Vlahovich has also had solos, most recently, at Feuilleton, Los Angeles (2020); Farbvision, Berlin (2018); Window Project, Richard Telles Fine Art, Los Angeles (2017); Twig Gallery, Brussels (2011); John Tevis Gallery, Paris (2006); Mary Goldman gallery (2003).